Esta disciplina tiene poco más de medio siglo de desarrollo y aplicaciones, aunque las decisiones han existido a lo largo de la historia no existía una “receta” para tomarlas. Algunos de los investigadores recomiendan empezar por distinguir entre decisión y consecuencia, ya que muchas veces se toma como sinónimo cuando no lo es.
Por ejemplo, si una persona trabaja en el séptimo piso de un edificio y su objetivo es llegar rápido debido a que la hora de entrada está próxima, debe tomar una decisión, tomar el elevador o subir por las escaleras. Una buena decisión con regularidad te lleva a buenas consecuencias, sin duda para el ejemplo anterior tomar el elevador sería la mejor decisión, y sí todos los días debe tomar esta decisión frecuentemente llegará a tiempo. Sin embargo, existen circunstancias que pueden modificar las consecuencias, por ejemplo un corte a la energía eléctrica, un funcionamiento inadecuado del elevador justo cuando uno viaja dentro de él, etc., esto nos lleva a que la decisión sigue siendo igual de buena como se analizó previamente, pero por el contrario la consecuencia ha sido mala.
Decisiones y consecuencias ¿Son lo mismo?
Fotodiseño: Tigrán García Zamudio / Modelo: Daniel Hernández Carmona
Por el otro lado, tomar una decisión mala con una consecuencia buena nos refiere a aquellas personas que deciden utilizar su dinero para comprar un billete de lotería, la posibilidad de poderse ganar la lotería van desde miles hasta millones contra uno, lo cual, en términos probabilísticos, resulta una mala decisión y que con mucha frecuencia su consecuencia es mala, sin embargo para aquellos que tienen “la suerte” de obtener un premio suelen pensar que tomaron una buena decisión cuando no lo es, la decisión sigue siendo mala pero la consecuencia fue buena.
En resumen se puede decir que tomar buenas decisiones te llevará con frecuencia a buenos resultados, ¿Nos preparamos para tomar buenas decisiones?